martes, 10 de septiembre de 2013

Solo pude observaros.


Solo pude observaros.

Fotografía: Jordi Coll Martínez.
Textos: Sergi Inclán.





Yo nunca quise ser así. Nunca quise convenceros, mentiros o vilipendiaros y así engatusaros para que siguierais mis falacias. Nunca, repito nunca, quise que dependierais de mí. Ahora sé, que ya no sois libres. Y mi mayor angustia es pensar que yo fui el responsable.




Aquello fue una rutina desde el principio. Podría haberse visto como un abuso sistemático de mi ser. Pero aquellos a los que conocéis como Ellos configuraron el sistema de tal manera que todos callabais ante mi presencia. Os adentrabais en mí y lentamente convivisteis en la ruina en la que me iba convirtiendo. No, no pretendo excusarme ahora. Sobre lo que ha ocurrido soy igualmente responsable, pero yo no soy vosotros. ¿Quién influyó en quien? Me resulta difícil saberlo. Yo solo quise complaceros o al menos eso pensaba.  




Permitidme deciros que vosotros podías elegir, o al menos eso creía, y yo nací predestinado a ser parte de su maquinaria. Posiblemente solo sea una abominación creada por la mente de un maquiavélico y reprimido Todopoderoso. Siempre quise pensar que mis padres fueron otros y que realmente fui raptado para su causa. Personas que querían cambiar el mundo y fomentar los valores por los que vale la pena luchar. Morir. 




A estas alturas solo son excusas, pero soy consciente de que pude ser muchas otras cosas. En mi defensa diré que lo intenté e incluso que lo conseguí en contadas ocasiones. Por desgracia el poder que yo podía ejercer era incierto. Mis tácticas subversivas eran en vano. No, no pretendo acusaros. Sé que la culpa en gran medida es mía, pero me duele pensar que tenga la sensación que solo pudiese observaros.




Todo empezó con un susurro. Mucho antes de que yo apareciera ante vosotros. No es que antes no existiera la palabra e incluso las contradictorias verdades. También la mentira, esa que camina de puntillas a lo largo del tiempo dejando la huella de un imponente elefante. Y que tantas veces terminó escrita. Pero tras numerosos textos, fue aquel susurro el que dio lugar al misterio y a la adulación de lo efímero.  




Aquel que engancha cual droga incierta capaz de transportarte a cualquiera de los mundos posibles o por imaginar. Fue el poder que trajo consigo lo que arrancó el engranaje. La posibilidad de atraer a la causa al mayor número de personas. Estabais sobreexcitados y esto era solo el principio. Pero por aquel entonces, aquello que estaba ocurriendo era todavía un susurro.




Fui su mejor arma hasta que líderes más preparados me sucedieran como la marioneta madre que fui. Al final terminé arrinconado en el olvido. Pero durante años me escuchasteis y yo os di todo lo que creíais necesitar. Reconozco que esto me proporcionó una fuerza jamás vista antes. Os proporcioné sueños, aventuras, compañía, en algunos casos le di sentido a vuestra vida... os marqué los caminos. Os abrí al mundo.  




Mi celda era de cristal. Un golpe, un solo crujir hubiera revertido el proceso. A mi pesar, aunque grité por dentro, no era fácil traspasar aquellos vidriosos ojos. Fui vuestro guía por mucho tiempo. Me seguisteis. Y yo os abrí a un mundo. Sí, a un único mundo.




Curiosamente Ellos se mantuvieron siempre al margen. Por eso son Ellos. Sin más. Sin apellidos que mostrar. Por este motivo ahora soy yo quien está aquí sentado. Postrado ante vosotros y no... Ellos. No pretendo eliminar mi culpa. Tampoco puedo ya enmendar mis errores. Ya no me siento responsable. Han sido muchos años de irradiación a la que habéis estado expuestos. Estoy viejo. Soy una ruina que bambolea en vuestros recuerdos. Me siento usado y tirado. Juzgadme y acabad conmigo. Ya no me necesitáis. Solo recordaros que si establecéis mi sentencia deberíais daros prisa. Pues ahora son otros quienes ocupan mi espacio. Son muchos y mucho más preparados. Y a diferencia de mí, ellos van a por vosotros.




¿Qué cual es mi delito? Haber arrancado vuestros ojos. Haber punzado vuestros oídos. Haber truncado vuestros cerebros. No es poco, lo reconozco, pero nunca, y repito nunca, quise que dependierais de mí. Solo permitidme un último suspiro. Quizás aún quede alguien que pueda reconocerme que posiblemente aun habiéndome convertido en vuestro guía, alguno de vosotros todavía sabrá ver, que yo solo pude observaros.

La última emisión de la Caja Tonta.



Más fotos de este lugar y de todas las demás entradas aquí.